El territorio argárico se expandió desde un área original localizada entre las cuencas de Vera y del Guadalentín, hasta abarcar, transcurridos quinientos años, una región que comprendía desde el sur de la Meseta y del País Valenciano, y el alto Guadalquivir hasta el litoral de Almería, Murcia y Granada. En el momento de mayor extensión, el territorio argárico ocupó un área de unos 33000 km2.
La sociedad argárica se caracterizó por su impermeabilidad hacia las manifestaciones materiales corrientes en regiones vecinas contemporáneas. A su vez, es evidente la influencia de ciertos elementos artefactuales y prácticas sociales típicamente argáricos sobre las comunidades de otras regiones peninsulares. El hermetismo frente a lo foráneo, junto con la uniformización de buena parte del repertorio artefactual, las prácticas funerarias y el urbanismo indican una rígida estructura de control en el mundo argárico.
Además de fronteras externas, el mundo argárico se articuló internamente en territorios políticos que impusieron ciertas trabas a la comunicación interregional, lo que supuso diferencias entre asentamientos en materia de acceso y gestión de materias primas (ver Economía).