La distribución espacial de los instrumentos para trabajar el metal y de los desechos de esta actividad parece indicar que la producción metalúrgica alcanzó una elevada división técnica y social. El proceso de producción y distribución de objetos metálicos constituía un complejo entramado en el que participaban asentamientos de diferente orden.
El número de asentamientos donde se reducía mineral de cobre debió de ser muy pequeño, dada la escasez de minerales, hornos de reducción y escorias resultantes de esta actividad. Hasta el momento, la práctica totalidad de este tipo de restos procede de Peñalosa. En este poblado fortificado, con acceso a los ricos afloramientos del distrito minero de Linares-La Carolina, se ha documentado todo el proceso metalúrgico. Es probable que desde aquí se abasteciese una red suprarregional mediante lingotes y, tal vez, también objetos elaborados. Así lo sugieren los análisis de isótopos de plomo publicados en 1999 por Stos-Gale, Hunt-Ortiz y Gale, los cuales destacan la similitud composicional de algunos objetos metálicos hallados en Gatas y Fuente Álamo con muestras minerales de Linares.
El número de asentamientos donde se reducía mineral de cobre debió de ser muy pequeño, dada la escasez de minerales, hornos de reducción y escorias resultantes de esta actividad. Hasta el momento, la práctica totalidad de este tipo de restos procede de Peñalosa. En este poblado fortificado, con acceso a los ricos afloramientos del distrito minero de Linares-La Carolina, se ha documentado todo el proceso metalúrgico. Es probable que desde aquí se abasteciese una red suprarregional mediante lingotes y, tal vez, también objetos elaborados. Así lo sugieren los análisis de isótopos de plomo publicados en 1999 por Stos-Gale, Hunt-Ortiz y Gale, los cuales destacan la similitud composicional de algunos objetos metálicos hallados en Gatas y Fuente Álamo con muestras minerales de Linares.
A partir de Peñalosa y de otros asentamientos cercanos con su misma orientación económica, el cobre viajaría en forma de lingotes hasta los grandes poblados como El Argar, La Bastida o Lorca, donde se refundiría en crisoles y moldes con el fin de obtener objetos acabados o preformas con las que elaborar otros mediante el subsiguiente proceso de forja. La escasez de crisoles, moldes, yunques y martillos en el registro arqueológico, unido a su presencia en sectores muy concretos de unos pocos asentamientos argáricos, hacen pensar en una producción centralizada y especializada.
Las actividades de forja, pulido y afilado parecen haber sido más comunes, tal y como indican las metalografías de los objetos metálicos, así como los análisis funcionales de instrumentos macrolíticos que intervinieron en estas actividades. Encontramos evidencias de ello no sólo en los centros políticos regionales, sino también en otros grandes poblados en altura en los que la fundición jugó un papel secundario pero la transformación de preformas en objetos acabados ocupó una posición destacada en la economía del poblado. En Fuente Álamo, estos talleres estaban ubicados en la zona del edificio monumental situado en la parte más alta del asentamiento, donde también se emplazaban las tumbas más ricas.
Otros asentamientos en altura de menor tamaño (Barranco de la Viuda) y, sobre todo, las pequeñas aldeas situadas en llano (Los Cipreses, Rincón de Almendricos) quedaban excluidos de la producción metalúrgica, puesto que hasta el momento no se han hallado medios de trabajo destinados a ello. Ahora bien, sabemos que allí se utilizaron instrumentos metálicos porque tanto éstos como otros instrumentos líticos relacionados con su mantenimiento están presentes en los poblados. El hallazgo en Los Cipreses de una “tumba de metalurgo” (la cista nº 3) plantea la posibilidad de la inclusión de esta aldea en una red de metalurgos itinerantes abastecida desde los grandes poblados metalúrgicos.