Los materiales de origen leñoso fueron utilizados como combustible y en la elaboración de material constructivo e instrumentos de trabajo. Para postes de sustentación y vigas se preferían maderas ligeras y a la vez resistentes (pino), mientras que para los mangos solían emplearse maderas densas (encina), que evitaran su astillamiento, o maderas de jara/mazano, como es el caso del mango de la alabarda hallada en la tumba 3 de Los Cipreses. Varios ajuares funerarios han proporcionado ejemplos de alabardas y hachas con restos leñosos adheridos al extremo proximal, lo cual permite realizar inferencias sobre la disposición del enmangue con respecto al objeto metálico. Otras especies como el esparto y el lino se emplearon en cestería, cordelería y en la confección de prendas de vestir.
Uno de los mejores ejemplos de conservación en la arqueología argárica lo constituye la tumba nº 121 de Castellón Alto, una covacha tapada con tablas de pino donde reposaban los cadáveres parcialmente momificados de un hombre adulto y un individuo infantil. El hombre conservaba tejido corporal en el cráneo y postcráneo, parte de la barba y, el pelo, recogido en trenzas laterales y una coleta central. Como parte de su vestimenta destacan fragmentos de tejido de lino, posibles restos de lana y una redecilla de cuerda de esparto enrollada en su pierna derecha. El ajuar que se le asocia se compone de cuatro recipientes cerámicos (entre ellos una copa), brazaletes de cobre, anillos de plata, un puñal de cobre con restos de su vaina y una azuela de cobre con mango de madera de encina. La cabeza del individuo infantil parece haber estado protegida por un gorro de lana recubierto de cuero y de lino. El ajuar que acompañó al segundo individuo consiste en un brazalete de bronce en cada antebrazo, tres cuentas de collar y los huesos de una oveja joven.