En los contextos domésticos, especialmente en el periodo argárico avanzado, son habituales los espacios destinados al almacenamiento y la molienda de cereales. Los molinos fueron una herramienta abundante e indispensable, puesto que buena parte de la dieta se basaba en el consumo de grano, mayoritariamente cebada. Se elaboraban a partir de grandes cantos rodados que eran transformados a lo largo de su vida de uso por abrasión y reavivado en instrumentos de perfil barquiforme. La forma convexa en el eje transversal de la superficie activa resulta típicamente argárica y era conseguida a partir de actividades periódicas de piqueteo. Los elementos móviles del equipo de molienda, las manos, eran muy probablemente de madera, a juzgar por los análisis morfométricos, funcionales y experimentales realizados. Esta innovación implicó varias ventajas, entre ellas una conversión más rápida del grano en harina, la separación entre harina y salvado en el mismo proceso sin necesidad de utilizar cedazos y la reducción de inclusiones de partículas líticas en la harina.
La producción de otros instrumentos líticos se vio influida por la introducción de nuevos tipos de objetos metálicos, el desarrollo de la tecnología alfarera y el tratamiento específico de los equipos de molienda. Muchos artefactos líticos, como mazas, martillos, moldes de fundición, yunques, martillos y placas de afilar perforadas o no, estuvieron relacionados con la fabricación o el mantenimiento de artefactos de metal. Los percutores hechos con rocas especialmente duras intervinieron en el reavivado de las superficies activas de los molinos, mientras que cantos rodados de rocas de grano fino sirvieron como bruñidores en el proceso de acabado de la cerámica.
Diversas innovaciones tecnológicas mejoraron la eficiencia de los medios de producción, que se tradujo en el aumento de la productividad en los instrumentos metálicos, cerámicos y líticos. El incremento en el volumen de los propios medios de producción a partir de 1950 cal ANE es otra característica remarcable. Diferentes cálculos sobre conjuntos líticos de Gatas y Fuente Álamo sugieren un aumento de la producción del 300% en relación al Calcolítico. Sin embargo, al mismo existieron importantes diferencias entre poblados debidas a restricciones políticas que favorecieron o impidieron el acceso generalizado a materias primas con mejores propiedades mecánicas (ver Economía).
Junto a la introducción de nuevos tipos artefactuales, destaca la perduración de algunas herramientas líticas utilizadas desde el Neolítico. Es el caso de los artefactos biselados, hachas y azuelas, que siguieron en uso coexistiendo con sus correlatos metálicos. Los estudios funcionales indican que las hachas y azuelas de piedra incidieron sobre materiales leñosos, interviniendo seguramente en los procesos de tala y deforestación destinados a la preparación de nuevos campos de cultivo.