El trabajo de la piedra en época argárica estuvo orientado a la obtención de partículas minerales para el desgrasante cerámico, a la construcción de elementos estructurales de edificios o tumbas y a la fabricación de medios de producción. El interés de la producción lítica desde el punto de vista económico radica en su intervención en múltiples actividades productivas como las mencionadas anteriormente (la agricultura, la metalurgia, el bruñido de la cerámica, la transformación de productos procedentes de la ganadería etc.).
Las comunidades argáricas conseguían los soportes para la producción de molinos, percutores, alisadores, afiladores, moldes, martillos o yunques preferentemente mediante actividades de recolección en depósitos secundarios como, por ejemplo, las terrazas cuaternarias o los lechos de ríos y ramblas. Aquí tenía lugar una selección morfológica, métrica y geológica de los clastos más adecuados a la función de los futuros instrumentos antes de ser transportados a los poblados.
Gracias a estudios de distribución espacial de materias primas y medios de producción líticos y el análisis de las propiedades mecánicas de unas y otros, sabemos que el acceso a los mismos no era uniforme, ni cuantitativa ni cualitativamente. Las diferencias cualitativas de los instrumentos dependieron, sobre todo, de la marcada territorialidad que caracterizó la economía política argárica, la cual afectó la configuración del sistema de suministro de rocas. Únicamente los grandes centros políticos tenían la capacidad de movilizar fuerza de trabajo para apropiarse de rocas distantes de buena calidad. Las consecuencias más importantes de este fenómeno se reconocen en las condiciones mecánicas considerablemente dispares entre los equipos de molienda de unos y otros asentamientos. Esta capacidad desigual de procesar el grano se refleja también en la cantidad relativa de molinos disponibles en cada poblado. Algunos asentamientos centrales, como Fuente Álamo, acumularon ingentes cantidades de molinos para cuyo funcionamiento se necesitó la afluencia de contingentes de fuerza de trabajo exteriores al poblado.
El control por parte de los grandes asentamientos sobre los medios de producción líticos y, con ello, sobre gran parte de los procesos de producción mediatizados por éstos se expresa también en la distribución de los elementos líticos tallados. Mientras las pequeñas aldeas agrícolas intervenían directamente en la siembra y la cosecha, algunos poblados en altura funcionaban como “almacenes” de instrumentos tallados sustitutorios, a juzgar por los depósitos de denticulados por usar hallados, por ejemplo, en Fuente Álamo.
La gestión de los medios de producción líticos relacionados con la metalurgia parece haber estado en manos de parte de la población, puesto que las evidencias de fundición (moldes, crisoles) y de forja (martillos, yunques) se limitan a ciertos asentamientos centrales. Mientras tanto, los afiladores (una buena parte denominados “brazales de arquero”) son más frecuentes y están más repartidos, al vincularse al mantenimiento de instrumentos de corte y punción por parte que los colectivos que los utilizaban.