Bajo el epígrafe de “industria ósea” se incluye una serie de objetos elaborados en hueso, asta o marfil que fueron empleados como medios de producción, complementos para el vestido y adornos. En época argárica este tipo de piezas eran menos elaboradas que en periodos precedentes. Excepto el marfil, procedente en su mayoría del norte de África, los soportes se obtenían casi siempre de animales domésticos. Los útiles resultantes, como punzones, agujas, cinceles o alisadores eran fabricados mediante operaciones de fractura, aserrado, abrasión y pulido aplicadas generalmente sobre huesos de las extremidades de ovicápridos y bóvidos.
Los punzones y las agujas pudieron utilizarse en la producción textil y en la cestería para tejer, coser o perforar piezas de lino y esparto, a juzgar por evidencias contextuales recogidas en varios asentamientos, como por ejemplo, el Barranco de la Viuda, donde se halló una vasija de grandes dimensiones que contenía dos punzones y dos pesas de telar. Otros instrumentos como los cinceles/alisadores son especialmente frecuentes en el poblado de San Antón, para los que se ha propuesto su participación en actividades de peletería y curtiduría debido al intenso pulido que muestran sus superficies.
Los botones de marfil con perforación en “V” eran conocidos desde el Calcolítico Campaniforme, sin embargo, su uso perdura en el periodo argárico apareciendo tanto en contextos habitacionales como en tumbas. La morfología que preferentemente presentan estos botones en el territorio argárico es la piramidal, pudiendo alcanzar los 30 mm de longitud. En El Argar, Tabayá, Gatas, Cerro de la Encantada y Cerro de la Virgen se han recuperado este tipo de elementos de niveles de ocupación o destrucción. Tumbas argáricas que han proporcionado enterramientos con botones de marfil se conocen en San Antón, Laderas del Castillo, Cerro de las Viñas, El Argar e Illeta dels Banyets. La tumba III de este último asentamiento contenía un esqueleto con más de 50 botones de marfil junto con un gran puñal de remaches. El marfil fue utilizado además en la elaboración de apliques y adornos de diverso tipo.
Entre los recursos y materias primas animales explotados durante el periodo argárico también destacan, si bien en menor intensidad de en los periodos precedentes, los elementos malacológicos, principalmente de origen marino. A pesar de que no existen muchos inventarios de este tipo publicados detalladamente, sabemos que estos recursos fueron explotados tanto en poblados cercanos como alejados de la costa mediterránea. Las evidencias de erosión documentadas en la superficie de varios ejemplares analizados de Gatas o Fuente Álamo indican que la mayoría de las conchas tuvieron un escaso valor alimenticio pues fueron recolectadas post mortem. También son minoritarios los ejemplos de soportes malacológicos empleados como instrumentos de trabajo (p. ej. El Argar, Gatas), siendo la producción más extendida la de adornos y colgantes. Las especies más representadas en contextos de hábitat son del tipo bivalvo, mientras que entre los ajuares funerarios abundan los gasterópodos. En las tumbas son habituales son habituales collares y pulseras de cuentas discoidales o cilíndricas asociadas a otros materiales como hueso, piedra, marfil o metal.
En la tumba 1 del Cerro de la Viñas se halló, además de un cuenco, una pulsera compuesta por cuentas cilíndricas elaboradas a partir de diversos gasterópodos y localizada alrededor de una la muñeca derecha. También está atestiguada la presencia de estos adornos en tumbas dotadas de ajuares excepcionales como es la tumba 18 de Fuente Álamo, donde se incluyó una concha de la familia Cypraeidae junto con una alabarda con remaches de plata, un arete de oro y una forma 8.