Gracias a los desechos de comida sabemos que la dieta argárica se basó, principalmente en los grandes poblados de altura, en el consumo de cereales. El predominio corresponde a la cebada predomina sobre cualquier especie vegetal, llegando a constituir hacia el final del periodo argárico hasta un 90% de la dieta. El trigo también se consumió en la mayoría de los asentamientos, si bien, tal y como ocurre en Gatas (1%) y Fuente Álamo (9%) su importancia fue minoritaria. Excepcionalmente, en los poblados granadinos del Cerro de la Virgen y Castellón Alto la proporción de cebada y trigo es inversa. Las legumbres, entre ellas lentejas, guisantes y, sobre todo, habas apenas llegan al 2% de las semillas. A diferencia de los poblados en cerro, las pequeñas aldeas en llano ofrecen un registro algo más variado en el que las legumbres poseen una mayor importancia relativa.
En el espectro de especies vegetales comestibles se documentan puntualmente semillas de lino, aceitunas, uvas, higos y moras. En lo que respecta al olivo, la vid y la higuera, no hay acuerdo entre los especialistas en determinar su estatuto como plantas cultivadas.
El grueso del aporte cárnico procedía de los animales domésticos, seguidos a distancia por la fauna cazada. El papel del marisqueo fue testimonial. A la luz del hallazgo de redes de pesca en el asentamiento costero de Punta de los Gavilanes, está por evaluar la contribución de los recursos piscícolas en el mundo argárico.
Si consideramos el número de restos óseos, dominan los ovicápridos seguidos de bóvidos, mientras que en términos del peso de dichos restos la relación suele ser inversa o muy equilibrada. Los suidos jugaron un papel secundario. En algunos poblados del interior, como Cerro de la Encina, destaca la importancia del caballo.