Los límites cronológicos generales de la sociedad argárica se sitúan entre 2200 y 1550 cal ANE, según indican los dos centenares de dataciones de Carbono 14 correspondientes a contextos habitacionales y funerarios.
El grupo argárico experimentó diversas fases de expansión a lo largo de su desarrollo. Los primeros asentamientos se ubicaron en la depresión de Vera (Almería) y en el valle del Guadalentín (Murcia). En algunos casos se reconoce inicialmente cierta continuidad con la materialidad calcolítica, pero resulta evidente que los asentamientos argáricos marcaron desde sus inicios una nítida línea de ruptura respecto al periodo anterior.
En oposición a los sepulcros colectivos de inhumación del III milenio, se asiste a la integración de los espacios funerarios en el interior de los asentamientos y se implanta el sistema de inhumación individual, como norma general, bajo las dependencias de los poblados y con ajuares personalizados. La estructuración interna de los poblados abandona las cabañas de planta circular con importantes espacios abiertos y se adoptan las construcciones de planta alargada (rectangulares, absidales o trapezoidales) dispuestas abigarradamente sobre terrazas artificiales a lo largo de las laderas de los cerros. Aunque se han documentado aldeas dispersas en llano, próximas a las tierras más fértiles, las grandes fundaciones argáricas (p. ej. Fuente Álamo) se preocuparon en aislarse y/o defenderse en detrimento de la proximidad a buenas condiciones de cultivo. Además, el repertorio artefactual (cerámica, metal, lítico) cobrará expresiones claramente diferenciadas de la materialidad calcolítica.
Se definen dos grandes periodos en la diacronía argárica caracterizados por un tratamiento funerario específico de los difuntos y una organización económica determinada. En la primera etapa (desde los inicios hasta c. 1800 cal ANE) sólo un sector de la población adulta y senil recibió sepultura. La estructura social aparece dominada por individuos masculinos enterrados en covachas o cistas con ajuares específicos. No obstante, la presencia de enterramientos destacados en asentamientos de altura, como Fuente Álamo, y también en llanura, como Herrerías, indica una distribución descentralizada del poder.
A medida que avanzamos en el tiempo, el sistema de clases sociales va desarrollándose y diferenciándose de forma cada vez más clara. A partir de 1800 / 1750 cal ANE y hasta el final de El Argar, se asiste a un claro incremento de la disimetría social que acaba afectando a individuos menores de edad a través de mecanismos de transmisión hereditaria (ver Tumbas).
A nivel de asentamiento, en esta segunda etapa las tumbas de individuos de la clase dominante se restringieron a los enclaves centrales. Tal y como ocurre en Fuente Álamo, los barrios localizados en la cima de los cerros concentraron además los ítems más valiosos, como armas y adornos de metal (cobre, bronce, plata y oro), estructuras monumentales y carne o ganado de mayor tamaño (bóvidos y équidos).
El final de las manifestaciones argáricas se sitúa hacia 1550 cal ANE, dando paso al Bronce Tardío del sudeste peninsular. Las causas del colapso de la sociedad argárica parecen haber sido un conjunto de factores socioeconómicos y ecológicos. Posiblemente, la sobreexplotación del medio en el contexto de una sociedad disimétrica condujo a una degradación ecológica que hizo inviable la reproducción económica y social. El final de El Argar está caracterizado por el agotamiento de los recursos naturales, los instrumentos de trabajo y la fuerza de trabajo, esta última en forma de una alta mortalidad infantil y el desarrollo de patologías.