Las prácticas funerarias argáricas muestran una remarcable uniformidad a lo largo de todo el territorio. Las comunidades inhumaban a sus difuntos bajo el piso del área habitada en sepulturas individuales, a veces dobles y, en pocas ocasiones, múltiples. El cadáver era depositado en posición flexionada y, generalmente, en decúbito lateral o en posición sedente con la cabeza orientada hacia el sur o el oeste.
Los contenedores funerarios son covachas (cuevecillas artificiales excavadas en la roca), fosas excavadas en la tierra, cistas construidas a base de lajas de piedra o en mampostería y urnas de cerámica.
De entre ellos, los tipos de sepultura más antiguos son la covacha (c. 2200-1700 cal ANE) y la cista (2000-1550 cal ANE). Las urnas aparecen en un momento más tardío (1950-1550 cal ANE), mientras que las fosas son más comunes en regiones del interior del territorio argárico (c. 2000-1550 cal ANE).
Gracias al primer y más influyente análisis estadístico realizado por Lull y Estévez en 1986 sobre 396 sepulturas individuales, las diferencias en cuanto a la composición de los ajuares metálicos y cerámicos permitieron definir una serie de categorías indicativas de una sociedad dividida en clases.
En un primer momento anterior al 1800 cal ANE destaca una serie de enterramientos de individuos masculinos y adultos que incluyen una alabarda, puñales largos o espadas cortas, entre otros elementos como un puñal, vasos cerámicos y adornos. Los enterramientos femeninos de rango superior incluyen la asociación recurrente de puñal/cuchillo y punzón.
A partir del 1800 cal ANE, los individuos masculinos con alabarda dan paso a un reducido núcleo de hombres que fueron enterrados con una espada larga. Su correlato en el sexo femenino se halla en enterramientos con presencia de diadema y la asociación puñal/cuchillo y punzón. Estos individuos forman el nivel más alto de la jerarquía social argárica. En un segundo nivel encontramos hombres asociados a hacha/puñal y mujeres asociadas a puñal/cuchillo y punzón junto a una cantidad variable de complementos cerámicos y metálicos. La presencia generalizada de enterramientos con individuos de corta edad y preadolescentes, a veces con ofrendas relevantes, representa una novedad e indica la actuación de mecanismos hereditarios. Estas relaciones de transmisión hereditarias perpetuaron al final de El Argar el sistema de clases compuesto por una clase dominante, individuos de pleno derecho y un colectivo sin ningún tipo de ofrendas muebles (ver Política e Ideología).
Además de las inhumaciones individuales, hay cierto número de tumbas con dos individuos: mujer-hombre, mujer-infantil, hombre-infantil, infantil-infantil y hombre-hombre. Este último tipo constituye una excepción en el área nuclear argárica puesto que únicamente se ha documentado en La Bastida.
Después de c. 2200 cal ANE se evidencia un constante aumento demográfico que parece alcanzar sus cotas máximas durante los siglos finales del grupo argárico. Este aumento se constata principalmente a partir del análisis de las evidencias funerarias y del número de instrumentos de molienda. Es de reseñar que la mortalidad infantil aumenta hacia el final del período, cuando también se documenta el mayor desarrollo de la producción artefactual. Al mismo tiempo, aquellos individuos con mayor reconocimiento en el ajuar funerario tienden a presentar una mayor esperanza de vida, debido tal vez a que recibieron mayores cuidados o realizaron esfuerzos físicos menos intensos o continuados. Esta disimetría en el consumo de la producción de mantenimiento resulta ser más patente cuanto más avanzamos en la diacronía argárica.